La Ortografía de la lengua española (obra muy a menudo mencionada mediante la sigla OLE) corresponde a la recopilación normativa de la ortografía de la lengua española. Está editada y elaborada por la Real Academia Española (RAE) desde su primera edición en 1741, cuando se publicó como Orthographía española, y a partir de 1999 realizada en conjunto con la Asociación de Academias de la Lengua Española. La edición más reciente es la del año 2010.
Con la publicación del Prontuario de ortografía de la lengua castellana, dispuesto de real orden para el uso de las escuelas públicas, por la real Academia española, con arreglo al sistema adoptado en la novena edición de su Diccionario [sic] (1844),19 los acuerdos de la RAE con respecto a la ortografía alcanzaron el nivel de normativa, desplazando otros posibles manuales de ortografía, principalmente el de Andrés Bello (ver ortografía de Bello).
El director de la Academia Mexicana de la Lengua, don José G. Moreno de Alba, anunció el domingo 28 de noviembre de 2010 en Guadalajara (México) el acuerdo de las veintidós Academias de la lengua española sobre la nueva edición de la Ortografía, que se publicó en diciembre de 2010.29
Con respecto a los cambios introducidos por la RAE en diciembre de 2010, puede consultarse el artículo Innovaciones en la ortografía española (2010).
jueves, 26 de noviembre de 2015
PUNTUACIÓN
El español es anómalo en indicar el comienzo de una frase interrogativa o exclamativa con una variante invertida del signo empleado en posición final (¿, ¡), un uso que se extendió a partir del siglo XVIII.
Es una «anomalía» lógica, ya que muchas frases afirmativas e interrogativas, a diferencia de otros idiomas, son exactamente iguales. Con ello se facilita la lectura.
OTRAS DIATRICAS
La diéresis o crema (¨) se emplea para indicar que la U escrita tras una G se pronuncia. En poesía se emplea a veces para forzar un hiato en la escansión de una sílaba que normalmente conforma un diptongo, en tal caso puede recaer tanto sobre la I como sobre la U, verbigracia:
Despertaba el día,
y a su albor primero,
con sus mil ruïdos
despertaba el pueblo.
ACENTUACIÓN
Tras el abandono del acento circunflejo ( ^ ) en el siglo XIX, el español emplea como diacrítico exclusivamente el acento agudo ( ´ ), que se coloca sobre la vocal central de una sílaba para indicar que esta es tónicaen algunos casos.
Los criterios empleados parten de un conocimiento de la pronunciación usual correcta, sin el cual las normas de ortografía carecerían de sentido ya que su aplicación resultaría imposible y la escritura debe adaptarse a la pronunciación y no al revés como suele creerse. Así se distingue para el uso de los acentos varios tipos de palabras.
Las palabras oxítonas (tradicionalmente denominadas «agudas») se acentúan gráficamente si terminan en vocal, en N o en S recayendo así la pronunciación sobre la última sílaba; a la inversa, se acentúan las paroxítonas (tradicionalmente «graves» o «llanas») si terminan en consonante, excepto cuando terminan en N o S (salvo que la S vaya precedida de consonante, verbigracia: bíceps). Todas las proparoxítonas («esdrújulas» y «sobresdrújulas») llevan acento gráfico, con excepción de los adverbios en -mente derivados de un adjetivo que no lo lleve en su forma base.
El acento se utiliza también sobre la vocal débil (I o U) de un diptongo para señalar la ruptura del mismo (país), el uso que tradicionalmente se reservaba a la diéresis y con que aún se la emplea en la grafía poética. La excepción es el diptongo UI, que no se considera hiato aun si se acentúa de acuerdo con las reglas precedentes.
Un buen número de monosílabos, en especial adverbios y conjunciones, llevan acento puramente diacrítico para distinguirlos de sus homógrafos; así, tu es el pronombre posesivo de segunda persona, mientras que tú es el pronombre personal. En varios casos el acento diacrítico se ha suprimido en las últimas ediciones de la Ortografía. Se emplea también para distinguir entre interrogativos y relativos (donde y dónde).
Es un error frecuente considerar que las letras mayúsculas no llevan tilde. Un ejemplo es el diario argentino La Nación, en el que falta esta en el título en la primera página.
Sobre este y otros casos, la RAE publicó en 1999 lo siguiente:
Las mayúsculas llevan tilde si les corresponde según las reglas dadas. La Academia nunca ha establecido una norma en sentido contrario.
USO DE MAYÚSCULAS
Las normas en cuanto al uso de mayúsculas en español han sufrido notables variaciones a lo largo de los años. Aunque hoy se reserva por lo general para los nombres propios, existen numerosas excepciones y los manuales de estilo de los distintos medios de comunicación son contradictorios entre sí y con las prescripciones de la Academia. Sigue siendo de uso habitual la mayúscula para las disciplinas académicas y para los títulos nobiliarios u honoríficos cuando están usados de manera pronominal; en la mayoría de los casos restantes se tiende a su supresión.
REGULARIDAD E IRREGULARIDAD ORTOGRÁFICA
La afirmación de que la ortografía del español es principalmente fonográfica (o fonética) es tan extendida como errónea. Una ortografía fonográfica tiende a respetar el principio fonémico según el cual el conjunto de fonemas de una lengua y el conjunto de letras con las que ésta se escribe deben corresponderse biunívocamente, es decir, para cada letra debe haber un solo fonema y para cada fonema debe haber una sola letra.15 Si bien, efectivamente, en comparación con otras lenguas europeas, se respeta la regularidad del principio fonético, existe una serie de desviaciones de la misma que rompen notablemente con dicha regularidad. Destacan entre éstas los fenómenos de la poligrafía (distintas representaciones gráficas para un mismo fonema) y la polifonía (distintos fonemas representados por una misma letra).
- Poligrafía del fonema /k/: dicho fonema puede representarse de 3 formas distintas (k, qu, c).
- Poligrafía del fonema /g/: dicho fonema puede representarse de 2 formas distintas (g, gu).
- Poligrafía del fonema /b/: dicho fonema puede representarse de 3 formas distintas (b, v, w).
- Poligrafía del fonema /x/: dicho fonema puede representarse de 2 formas distintas (g, j).
- Poligrafía del fonema /i/: dicho fonema puede representarse de 2 formas distintas (i, y).
- Polifonía de la letra g: dicha letra representa a 2 fonemas distintos (/x/, /g/).
- Polifonía de la letra c: dicha letra representa a 2 fonemas distintos (/k/, /θ/ o /s/).
- Polifonía de la letra y: dicha letra representa a 3 fonemas distintos (/i/, /j/, /y/).
También se pueden añadir otras divergencias antifonográficas entre las que cabe mencionar la heterografía (escritura diferente) de morfemas uniformes (nazco, naces), la composición de fonogramas (ch para /ʧ/ o bien ll para /ʎ/)15 y la existencia de letras que no tienen correspondencia con fonema alguno (h muda).
Las polifonías tienen su origen en consideraciones etimológicas que pertenecen a la historia de la lengua, dando así lugar a sistemáticas dificultades para determinar el uso correcto de b/v, h/g en posición inicial, c/s/z, g/j y ll/y y haciendo que numerosas articulaciones, alófonas o no, no se distingan en la grafía. La h muda (que en la actualidad no representa ningún sonido) también debe entenderse como una anomalía de origen etimológico que dificulta la escritura del español según las normas ortográficas vigentes.
VARIACIONES NOMENCLATURALES
Varios de los grafemas reciben más de un nombre. La b se conoce como be a secas, be alta (en Cataluña), be grande (en México, Colombia, Venezuela y Perú) o be larga (en Argentina, Chile, Colombia,Paraguay, República Dominicana y Uruguay); por haber representado en latín el fonema consonante bilabial sonoro (que tiene como alófonos la consonante oclusiva bilabial sonora [b] y la fricativa bilabial sonora[β]), se la llama a veces b labial en Colombia, aunque la pronunciación de la v es en la inmensa mayoría de los dialectos también labial e idéntica. A su vez, esta última se conoce como uve (en España), ve, ve baja,ve chica (en Perú), ve pequeña (en Colombia) o ve corta (en Argentina, Chile, Colombia, República Dominicana y Uruguay); por el mismo afán de precisión histórica en algunos manuales se designa como v dental, aunque la pronunciación dental desapareció hace siglos del sistema de la lengua.
La letra w es llamada uve doble en España, doble u en México, Colombia, Costa Rica y República Dominicana; doble ve en otros países de Centroamérica y algunos países de Sudamérica, como Argentina, Chile, Ecuador o Venezuela, y ve doble en otros como Perú.
Ll y rr se designan indistintamente como elle y doble erre o como doble ele y erre doble. Son de las pocas consonantes que se presentan duplicadas en la grafía actual, junto con la c y excepcionalmente la n, y las únicas con pronunciaciones distintivas.
La i se llama a veces i latina para distinguirla de la y, y griega (o i griega). En algunos lugares, se prefiere el nombre de ye para esta última.
Antiguamente se empleaba a veces zeda como nombre para z, una práctica hoy en desuso y desechada por la RAE.
La Ortografía de 2010 propone unificar los nombres de las letras: elige be para b, i (no i latina), uve para v, uve doble para w, ye para y y zeta para z, y desecha definitivamente los nombres arcaicos ere para la r, yceta, ceda y zeda para la z.
ACTUALIDAD
El resultado de la larga divergencia y de la oposición planteada en otros marcos a la RAE ha sido una flexibilización de los criterios de esta; las ediciones del Diccionario y la Ortografía de la década de 1990 han reconocido finalmente que ciertas pronunciaciones varían entre España y América, han aseverado el estatus predominante del seseo y el yeísmo, y admitido el reconocimiento gráfico de las variaciones en la formación de diptongos. Otras acciones han seguido opuesto curso, al recomendar la grafía del grupo consonántico completo en los cultismos, tras siglos de supresión. De la misma fecha data la omisión de ch y lldel orden alfabético.
En el Primer Congreso Internacional de la Lengua Española, llevado a cabo en Zacatecas (México) en 1997, Gabriel García Márquez reeditó la propuesta de Bello, Correas y otros precursores, defendiendo la supresión de las grafías arbitrarias y abogando por la «jubilación de la ortografía».El revuelo que provocó su ponencia testifica la adhesión que la obligatoriedad de las propuestas de la RAE ha recabado, aunque la discusión rara vez adoptó criterios propiamente lingüísticos.
En Latinoamérica no cesan de surgir nuevos movimientos que intentan simplificar la escritura y el alfabeto del castellano.
LOS REFORMADORES AMERICANOS
Como en las restantes instituciones de la Corona, la Academia no incluía en su número a americanos ni tomaba en consideración los procesos que la lengua experimentaba en contacto con la diversidad lingüística de las tierras conquistadas. De ese modo, los estudiosos americanos de la lengua debieron llevar a cabo su tarea fuera de ella y, a veces, en franca oposición.
En 1823 vio la luz un escrito del venezolano Andrés Bello y el colombiano Juan García del Río, titulado Indicaciones sobre la conveniencia de simplificar la ortografía en América, publicado en Londres. A pesar de que Bello reconocía el buen trabajo de la Academia al ordenar y simplificar la grafía de la lengua, consideraba que las limitaciones etimológicas que ella misma se imponía provocaban efectos desastrosos en la enseñanza en ambas orillas del Atlántico. La tesis de Bello se apoyaba en que el empleo de la etimología como criterio lingüístico era ocioso, pues en nada se vinculan la lectura y en general el uso de la lengua con su conocimiento histórico, y, en vista de los problemas que producía, contrario al uso racional.
Bello promovía una simplificación en dos etapas, para evitar los problemas de choque con los que se habían enfrentado Bartolomé Jiménez Patón y Gonzalo Correas, y una redistribución del silabario en atención a la realidad del uso lingüístico. Propuso eliminar la ambigua c y la h muda, asignar a g e y sólo uno de sus valores, escribir siempre rr para representar la consonante vibrante y dedicar un cuerpo de estudiosos a resolver sobre el terreno la diferencia entre b y v (betacismo).
Veinte años más tarde, durante su exilio en Chile, Domingo Faustino Sarmiento formuló una propuesta no muy distinta. A diferencia de Bello, Sarmiento prefería conservar la c en lugar de la k y prescindir de la v, lax y la z.
Aunque las propuestas de Bello y Sarmiento no se plasmaron totalmente, aspectos de ambas se adoptaron en una propuesta hecha por la Facultad de Humanidades de la Universidad de Chile al gobierno de este país, que finalmente se adoptó allí, en Argentina, Colombia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela. Asimismo, la influencia de Bello se había visto en la propuesta de la Academia Literaria y Científica de Profesores de Instrucción Primaria de Madrid, que el año anterior había adoptado muchos de sus principios. Sin embargo, Isabel II puso fin a este proyecto el 25 de abril de 1844 al imponer, por decreto real, el acatamiento a la Academia a través del Prontuario de ortografía de la lengua castellana, dispuesto por real orden para el uso de las escuelas públicas, por la real Academia española, con arreglo al sistema adoptado en la novena edición de su Diccionario .
La diferencia en usos duró hasta 1927, cuando Chile, el último país en sostener la ortografía de Bello, vigente por más de ochenta años allí, promulgó el 6 de agosto de ese año, la restitución de las normas académicas de la RAE en la enseñanza y documentos oficiales a partir del 12 de octubre de 1927
LA FUNDACIÓN DE LA ACADEMIA
Tras la Guerra de Sucesión, el acceso de Felipe de Anjou al trono con el nombre de Felipe V dio lugar a un marcado afrancesamiento de las instituciones culturales. Entre ellas se contó la Real Academia Española, fundada en 1713 con la idea de fijar, de acuerdo con el ideal sistemático de la época, la pureza de la lengua.
La concepción de la RAE se hizo evidente en su Diccionario de autoridades, publicado a lo largo de la década de 1720, en que el buen decir se recaba de la obra de un canon bien seleccionado de autores y eruditos. Bajo la influencia del salmantino Adrián Cónnink, el Diccionario de autoridades rompió de cuajo con la tendencia fonetista y recuperó los principios que la Académie française había empleado para fijar la lengua francesa: la etimología y la pronunciación histórica. De ese modo, restauró la diferencia entre b y v a pesar de que fonológicamente había desaparecido, impuso grafías latinizantes para los vocablos de origen griego ―th para las θ etimológicas, rh para las ρ, ps para las ψ, ph para las φ―, recuperó las h mudas y fijó la grafía de los grupos consonánticos en atención a su origen.
Para la primera edición de la Orthographia española (1741), los criterios resultaban ya menos claros. En esa ocasión, la Academia optó por conservar el grupo PH, pero simplificó los restantes helenismos a sus formas fonéticas; además, eliminó las /s/ iniciales procedentes del latín, o las suplió con una e epentética, sin observar mayor regularidad.
Las decisiones de la Academia provocaron el rechazo generalizado de los estudiosos, que la consideraron incoherente y anacrónica. Así, Mayans escribía en 1745:
Decirme que cuando pone algún cuidado sigue la nueva [Ortographia] de la Academia Española no lo entiendo; porque yo estoi persuadido a que son impracticables las reglas que ha intentado dar la Academia. Es cierto que o se ha de seguir la pronunciación o el origen de las voces. Que se ha de seguir la pronunciación para mí es cosa demostrativa, porque si en noventa i nueve voces se sigue i escribe bien en sentir de todos, ¿por qué no en la centésima?Carta a A. M. Burriel, 16 de enero de 1745.
La edición de 1754 avanzó en ese sentido, eliminando las P de origen helénico en algunos grupos consonánticos, suprimiendo la PH e introduciendo reglas de acentuación. La influencia de Correas y otros autores se hizo sentir en esa etapa, aunque los elementos etimologizantes, como la reduplicación de S, se conservaban, así como la extraordinaria, al sentir de sus contemporáneos, afirmación de que la sílaba española varía en cantidad al igual que la latina, o la doctrina de que la H representaba un sonido "aspirado" (presumiblemente /h/) y que la pronunciación que no lo incluyese debía considerarse defectuosa. Pese al apoyo real, decisiones en este sentido hicieron que no faltasen quienes desconocieran la pretensión de la RAE de servir de árbitro último acerca de cuestiones lingüísticas; Mayans y Antonio Bordazar publicaron sendas ortografías, y reeditaron las Reglas... de Nebrija, considerando simplemente que las prescripciones académicas eran equivalentes a la doctrina de cualquier otro erudito, y no se privaron de criticarlas pública y privadamente.
La tendencia a simplificar continuó, quizás por mor de esta oposición; en 1763 se eliminó la s duplicada y se prescribió el uso de los acentos, incluyendo el circunflejo en las sílabas que la Academia sostenía largas. En 1803 incluyó en el alfabeto la ch y la ll con valor propio y eliminó el uso etimológico de la primera, a la vez que permitió la elisión de las consonantes líquidas en algunos grupos triples heredados del latín; la k se excluyó del alfabeto en esta ocasión. En 1815, se ordenó definitivamente el uso de la q, permitiéndose sólo ante e e i, se eliminó la x como fricativa salvo en posición final, y se limitó el uso de Y a su valor de consonante, salvo a final de palabra.
La segunda mitad del siglo vio rendirse progresivamente a los objetores y aceptarse las reglas académicas en España. La oposición no tardó en reeditarse, pero esta vez desde la otra orilla del océano.
ENTRE LOS COPISTAS Y LA ACADEMIA
La aparición de la imprenta y el consecuente incremento del ritmo y volumen de aparición de las obras escritas acabó por deshacer el sistema alfonsino, fijado únicamente a través de la convención y no codificado en una obra sistemática. Los constantes añadidos léxicos, algunos producidos por la influencia de las lenguas vecinas y otros muchos por el aluvión de cultismos pergeñados por traductores, literatos y juristas, que cada vez con más frecuencia empleaban la lengua vernácula en sus escritos, suscitaron cuestiones de grafía que respondían muchas veces a criterios etimológicos e históricos antes que a la correspondencia estrecha entre fonema y grafema propuesta por la obra alfonsina.
Por otra parte, las modificaciones en la fonología de la lengua habían afectado esta correspondencia, y buena parte de las decisiones alfonsinas resultaban ya arbitrarias para los lectores de la época. Sumado a ello el purismo y el gusto tradicionalista de los autores del Siglo de Oro, tuvo lugar una importante y extendida controversia, que duró siglos, acerca de cuáles deberían ser los principios rectores para establecer los criterios gráficos.
Elio Antonio de Nebrija, autor de la primera Gramática de la lengua castellana, fue también el primero en publicar unas Reglas de orthographia. Estas codificaron por primera vez los principios de la línea que basa en la pronunciación su criterio ordenador, aunque no le faltaron en ocasiones razonamientos etimológicos en casos difíciles. En todo caso, la idea de Nebrija de que la lengua era instrumento del Imperio se extendía también a lo oral y buscaba unificar la pronunciación en todo el territorio de la Corona de Castilla de acuerdo con la prestigiosa forma vallisoletana, abandonando definitivamente el romance burgalés que había dado lugar a los primeros escritos prealfonsinos.
En 1531 Alejo de Venegas dio a la imprenta su Tractado de orthographia y accentos, que contiene significativas diferencias con el de Nebrija; sostiene, por ejemplo, la oposición fonológica entre b y v y la existencia de la vocal cerrada anterior redondeada /y/, la vieja ypsilon griega. En 1609 se imprimió en México una Ortographia castellana, obra del sevillano Mateo Alemán, aún más radical que los anteriores con respecto a la necesidad de prescindir de los signos convencionales y fijar la ortografía con base en la fonética; eliminaba por ejemplo la ph, que aún Nebrija había mantenido, y proponía grafías diferentes para /r/ y /ɾ/. Similarmente atrevido era el Arte de la lengua española castellana de Bartolomé Jiménez Patón, aparecido en 1614.
El punto culminante del movimiento fonetista estuvo dado por la aparición en 1627 del Arte de la lengua española kastellana de Gonzalo Correas, que tuvo una versión ampliada y corregida en 1630, bajo el título de Ortografía kastellana nueva i perfeta. Como la grafía elegida para su título por Correas evidencia, el movimiento por la transcripción exacta de la fonología se deshacía en Correas de cualquier prurito histórico; propuso distinguir por completo /r/ y /ɾ/, como había hecho Alemán, prescindir de las confusas c y q, utilizar gh para el fonema /g/, eliminar los elementos mudos en todos los grupos consonánticos y llevó a cabo sin residuos su propósito de desarrollar exactamente la simetría entre fonemas y grafemas. El rigor de su doctrina le granjeó el aprecio de algunos de sus sucesores, como Gregorio Mayans, y de los reformadores americanos, aunque hizo de su obra una curiosidad para eruditos, pues rompía de manera radical con los usos.
PERIODO ALFONSÍ
Durante los primeros siglos de desarrollo del español, la rareza de la lengua escrita y la aún imprecisa catadura de la misma hicieron innecesaria una codificación de su grafía. El primer intento de dotar de un código gráfico sistemático data del reinado de Alfonso X, que intentó ajustar las diversas soluciones adoptadas por sus predecesores a un criterio fundamentalmente fonográfico.
Alfonso X reunió en su corte un gran número de estudiosos, que se abocaron a elaborar una compilación enciclopédica del saber de la época, continuando y ampliando la obra de la escuela de traductores de Toledo. El romance se utilizó como lengua intermedia en las traducciones del árabe o el griego al latín. La profusión de copias realizadas en el scriptorium real y el impacto de las traducciones sobre el corpus de la lengua romance difundió y dio fuerza a las convenciones fijadas por el rey.
Muchas de las que aparecen retrospectivamente como irregularidades o imprecisiones en la grafía alfonsí se deben, en realidad, a la notable diferencia que el sistema fonológico de la época tenía respecto del actual. El sistema de consonantes coronales, por ejemplo, incluía cuatro fricativas y dos africadas, frente a las tres fricativas/africadas como máximo que tienen los dialectos contemporáneos: /dz/ se escribía z como en dezir, /ts/ se escribía ç como en março, /s/ se escribía s o ss entre dos vocales como en saber, missa, /z/ se escribía s como en osar, /ʃ/ se escribía x como en dixe y /ʒ/ se escribía j o i como en aguiiar/aguijar. La ortografía real intentó reflejar con notable fidelidad las propiedades fonológicas del habla de la época. Invención suya fue la duplicación de N y más tarde L para indicar la palatalización en /ɲ/ y /ʎ/, la primera de las cuales los copistas transformaban en la abreviatura que daría con el tiempo la eñe.
Otras características de la grafía alfonsí son la variación en la grafía de las vocales átonas, probablemente reflejando un valor fonético aún irregular (por ejemplo, en el manuscrito del Mío Cid aparecen tanto «veluntad» como «voluntad»), la inconsistencia en la supresión de la e final (noche ~ noch) y la total ausencia de acentos o tildes, sea con valor diacrítico o fonético.
lunes, 23 de noviembre de 2015
EXCLAMACIONES
Ay: es una exclamancion
Ahí: es un lugar
Hay:del verbo haber
Ejemplo:"Ay", ahi hay agua
Ahí: es un lugar
Hay:del verbo haber
Ejemplo:"Ay", ahi hay agua
AUMENTATIVOS
Los aumentativos van con ¨Z" en la ultima silaba, no con "S"
ejemplo: golazo, amigazo, cuerpazo.
ejemplo: golazo, amigazo, cuerpazo.
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